El mono, el
cerdo y el tigre se encuentran casi siempre dentro de cada ser humano. Pero
existe, sin embargo, una gran diferencia entre el humano y la bestia, diferencia
en cuya definición se han quemado las pestañas todos los filósofos.
Los humanos tenemos del mono la imitación.
Millones obran y piensan igual, les falta originalidad. Cuando uno es original
en la manera de pensar o de hacer las cosas, significa que ha logrado matar al
mono que llevaba dentro de él mismo.
Millones de seres humanos obran y piensan como los cerdos. Sólo
viven para satisfacer sus apetitos materiales. Son como cuerpos sin espíritu.
Su finalidad es siempre práctica y deleznable. Odian las flores por la estúpida
razón de que no pueden alimentarse con ellas; el agua clara les repugna, acaso porque
ella refleja el diáfano azul del cielo. Prefieren al aire perfumado de los
campos, el acre olor de sus pocilgas. El humano que descubre en la vida que nos
rodea el desinterés, la abnegación y la frugalidad y que aspira a que su mente
sea tan limpia como limpio y sano debiera ser su cuerpo, logrará matar al cerdo
que vive dentro de él.
Más la evolución más deplorable es aquella que le lleva a
mantener despierto al tigre que todos llevamos dentro. Es, entonces,
el verdugo que insulta, maltrata y pega. Es el ser que odia la paz y quiere
guerra; el que se regocija con los males ajenos; el que goza con las lágrimas
ajenas, que ríe cuando otros lloran.
Hay que matar
a esos tres animales que llevamos dentro, y que forman, mudos, la gran bestia
humana. Porque ser humano es trascender a la bestia y conectarse con lazos de
compasión a la humanidad entera.
La vida viene a cuento. Relatos de Ecologia Emocional.
Jaume Soler i Mª Mercè Conangla.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada