En anteriores posts he hablado sobre
la relación entre cuerpo y mente. He hecho mención del poder de nuestros
pensamientos sobre nuestra salud corporal y he comentado los aspectos más
relevantes acerca de la somatización. Hoy
me gustaría hablaros de las emociones y de su importancia en nuestras
vidas. Lejos de asociarlas con sentimentalismos, ellas están intrínsecamente
conectadas con nuestro pensamiento y no bailan solas a su antojo, lejos de la
razón. Pero esto no es suficiente. Ellas tienen dominio sobre nuestro cuerpo y tanto es así
que son capaces de modificar nuestra capacidad inmunológica.
La psiconeuroendocrinoinmunología es
la disciplina encargada de estudiar la interacción entre el sistema nervioso
central, el sistema nervioso periférico, el endocrino y el inmunológico. En
otras palabras; es un campo científico que se dedica a estudiar la relación entre
mente y organismo, desde hace más de 30 años. Sin duda, las emociones ejercen
aquí un papel muy relevante y numerosos estudios han corroborado la importancia
de las mismas. Cada
emoción tiene su bioquímica y ésta puede ser corrosiva y destructiva o positiva
y sanadora.
A todos nos pasan cosas, está claro. Y
ante los distintos sucesos sentimos miedo, ira, alegría…pero lo que también
está claro es; que de todo lo que nos sucede, bueno y malo, el peso
significativo no está tanto en el hecho en sí, sino en lo que nosotros hacemos con ese
hecho (cómo lo vivimos, cómo lo gestionamos y sentimos y cómo nos
enfrentamos al mismo). Parece ser que el sistema inmunológico recibirá las
consecuencias. Con ello quiero decir que sentir y visualizar una curación la
impulsa, al igual que padecer la derrota y apostar por la negatividad acelera
lo negativo.
A menudo olvidamos que somos
responsables de la manera en la que nos sentimos y que dentro de nosotros hay
un potencial enorme para dirigir nuestra vida emocional. Tenemos derecho a
sentir miedo, tristeza y enojo, pero también tenemos derecho a liberarnos de
dichas emociones, identificarlas y aceptarlas. Nos cuesta hacerlo, pero debemos
saber que es tan importante como respirar y que de ello depende en gran medida,
nuestra salud (no sólo psicológica sino también emocional).
Stella
Maris Maruso,
terapeuta biopsicosocial, tanatóloga y directora de la fundación Salud, en
buenos Aires, cuenta con una experiencia de más de treinta mil pacientes con
distintas enfermedades graves. En su famoso libro El laboratorio del alma
explica experiencias increíbles tras apostar por la enseñanza en la curación, a
través de las emociones, la espiritualidad y la meditación. El papel de las
tres tiene una implicación muy significativa en nuestro sistema inmunológico y
esta experta, asegura, que deberíamos prestarle más atención.
“Una emoción es un estado fisiológico y todos los receptores de
las células inmunológicas toman los químicos de la emoción. Entonces a través
de indicadores somáticos podemos saber cuándo una emoción es saludable o cuando no lo es. Las
emociones realmente destruyen nuestra
salud. Son tóxicas cuando no son buenas. Por ello desarrollar inteligencia
emocional también es extremadamente sanador”
Siempre digo que el dolor forma parte
de la vida, pero está enseñanza no nos la transmiten de pequeños. Al madurar,
nos cuesta enfrentarnos a nuestras emociones y a situaciones dolorosas. Parece
ser más fácil, dejar la responsabilidad en manos del destino, cuando cada día
es más conocida la importancia que tiene cuidar de nuestra mente, nuestras
creencias y nuestras emociones. No es fácil, pero es posible. La salud no tiene
nombre de cuerpo. Engloba nuestra psique. Trabaje en ella y su sistema
inmunológico se lo agradecerá.
Bibliografía: El
laboratorio del alma. Maris Maruso, Stella. Editor S.A. 2011.
Núria
Costa
del blog www.soncomosomos.com/
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