Un depósito inequívoco de oro en la
Balanza Emocional
Fernando y Pepe estudiaron juntos en
la Universidad. Todo y proceder de mundos completamente distintos (Pepe
pertenecía a una familia de renombrados empresarios mientras Fernando procedía
de una modesta familia y estudiaba becado) en aquella época de estudiantes
establecieron una franca amistad, forjada a base de largas e intensas noches de
estudio en casa de Pepe.
Pepe valoraba de Fernando que su
amistad fuera totalmente desinteresada, sin intenciones ocultas (Pepe estaba
harto de sacarse de encima supuestos “amigos” que se acercaban a él por su
condición familiar), y Fernando valoraba a su vez que Pepe le abriera las
puertas de su casa y le ofreciera su confianza sabiendo que poco tenía que
ofrecerle más allá de su amistad.
Acabada la Universidad, cada uno
siguió su camino (Pepe en la empresa familiar, y Fernando en una consultora de
márketing), y tuvieron más bien poco contacto, aunque las contadas veces que se
veían no les costaba recuperar la confianza y complicidad del pasado.
Pepe está hoy en día al frente de la
empresa familiar. Como Consejero Delegado, su agenda está llena de compromisos
de trabajo y no tiene demasiado tiempo libre. Fernando por su parte es un
profesional autónomo, que acaba de poner en marcha su despacho y que por tanto
tampoco le sobra el tiempo; tras sus largas jornadas de trabajo poca energía le
queda para compartir con conocidos o amigos. Así las cosas, los puntos de contacto
entre ambos son más bien pocos; hace meses que no se han visto y si tiene
noticias el uno del otro es a través de
conocidos comunes o de casualidades.
Hace pocas semanas a Fernando se le
murió súbitamente su madre. Fue un acontecimiento totalmente inesperado, pues
estaba razonablemente bien de salud. Una hemorragia cerebral masiva acabó en
menos de una hora con su vida. Todo sucedió muy de repente, y entre la propia
incredulidad de Fernando y el enorme desconcierto que sentía, no tuvo tiempo ni
energía en aquel triste día para avisar a sus amigos e lo sucedido.
A la mañana siguiente, Fernando acudió
temprano al tanatorio, con la intención de disfrutar de unos momentos de
intimidad cuando aún no habría nadie. Se disponía a hacer las primeras llamadas
a amigos y conocidos, cuando Pepe se presentó en la sala de improviso. “Por
una extraña casualidad he viso la
esquela de tu madre en el periódico” –le dijo. Y añadió: “Tenía
que entrar en una reunión pero ya no me pude concentrar. Necesitaba acercarme
para darte un abrazo”.
Fernando no dijo nada. Ni perdió el
tiempo dándole unas gracias innecesarias. recibió su cálido y sincero abrazo
sintiendo todo el cariño y toda la fuerza de aquella peculiar amistad.
* *
* * *
Todo lo que hacemos por los demás, o
los demás hacen por nosotros, tiene un efecto directo en nuestras relaciones.
Podemos imaginar una balanza en la que ponemos, en un platillo, todo bueno que
ocurre en el contexto de la relación, (simbolizado por el oro) y en el otro,
todo lo malo (representado por el plomo). Si el fiel de la balanza se inclina hacia el oro, la
relación funciona; si se inclina hacia el plomo, está en peligro.
El sentido abrazo de Pepe es un
depósito inequívoco de oro en la balanza; por el hecho en sí, y por la forma en
que se produce. Porque va mucho más allá de un pésame protocolario, y porque
comunica a Fernando que todo y la falta de contacto habitual, y del posible
enfriamiento de la relación como consecuencia de este poco contacto, aquella mañana
Fernando estaba muy presente en el pensamiento de Pepe.
Esta historia muestra que en la Balanza
Emocional no pesa tanto la cantidad como la calidad de nuestros actos.
Hay relaciones de contacto diario que sin embargo, por la poca sustancia de sus
actos, son superficiales, y no aportan nada. Y hay en cambio relaciones que por
circunstancias de la vida no viven un día a día intenso, que incluso pasan por
períodos de manifiesto distanciamiento, y que sin embargo, tienen una gran
profundidad y un gran valor que se expresa en los momentos más necesarios. Son relaciones
con unos fundamentos sólidos que no se destruirán fácilmente.
El abrazo de Pepe a Fernando en un
momento tan especial es un depósito de oro que no sólo aviva puntualmente el fuego de la
relación, sino que la blinda de posibles depósitos de plomo que vengan.
Porque muestra la verdadera naturaleza de la relación que los une, y hace
intrascendentes pequeños conflictos o descuidos que puedan llegar.
Y es que en todas las relaciones hay
unos momentos muy especiales en los que no podemos fallar; que son absolutamente
trascendentes. La pérdida de un ser querido es sin duda uno de ellos. Por eso
es un depósito de oro puro estar ahí en ese momento, y saber reaccionar a la
altura de las circunstancias. Como sería también un depósito de puro plomo no
haber estado. Un depósito de plomo que difícilmente se reequilibrará por más
oro que depositemos en el futuro.
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