Disfrutar de la vida
depende de valorar lo realmente importante y evitar recrearse en lo negativo
“¿Por qué estás triste?”.
“No lo sé, no sé qué me pasa, tengo una pena encima todo el día. Miro a
mi alrededor y debería ser feliz, porque lo tengo todo: una casa bonita, una
pareja que me quiere, unos hijos sanos, tengo amigos, pero no consigo disfrutar
de la vida”.
La tristeza no siempre lleva a una
depresión. Eso son palabras mayores que se refieren a un trastorno psicológico
que impide el funcionamiento cotidiano. Hasta lo más sencillo, como arreglarse,
cocinar y comer de forma equilibrada, se convierte en un mundo. La depresión
afecta a su vida personal, familiar, laboral y social. El futuro se contempla como
un lugar desolador, y algunos afectados pierden hasta las ganas de vivir. La
persona con depresión suele requerir tratamiento farmacológico y psicológico.
“La felicidad generalmente no se logra
con grandes golpes de suerte, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los
días”. Benjamin Franklin
Pero ¿y la tristeza, esa pérdida de
ilusión, la sensación de vivir a medias, esa dificultad para sentir placer?
Afecta a muchísima gente. No llega a incapacitar, pero sí los sumerge en una vida gris, pobre en
emociones, en la que el tiempo pasa sin dejar huella.
¿Por qué hay personas que disfrutan de la vida y otras que no? Aquí
tiene algunas claves, que además dependen de usted.
Tener
otro ritmo de vida. Huya de la “prontomanía”. Es la obsesión por
contestar a todo de forma inmediata, pronto, ya, como si el mundo se fuera a
acabar en los próximos segundos. Las nuevas tecnologías le están quitando los
mismos minutos que cree que adelanta dando respuesta a todo ipso facto. Frene, pare.
Usted y su entorno han decidido que son urgentes tareas que no lo son. Reeduque
a sus compañeros de trabajo, amigos y familia.
Pasar
de la fantasía a la acción. En mis conferencias suelo preguntar a
los asistentes: ¿si
pudiera elegir ahora con su varita mágica otra vida en la que no fuera
profesionalmente quien es, a qué le gustaría dedicarse? Nadie
contesta “ser millonario”. La mayoría de las respuestas están relacionadas con
actividades o formación a la que uno puede acceder cuando quiera: “sería cocinero,
fotógrafa, músico, daría la vuelta al mundo en bicicleta, escribiría un libro…”.
Casi todo tiene que ver con la parte más creativa de las personas y con nuestra
capacidad para expresar nuestro talento. Son profesiones, pero pueden ser
hobbies. ¿Por
qué no organiza su agenda y busca tiempo para apuntarse a un curso de cocina, o
de fotografía, o para hacer más deporte? Igual debería establecerlo
como una prioridad. Le hará más feliz que cualquier antidepresivo.
Busque
el placer con los amigos y familia, y disfrute de la vida social. Un
estudio del investigador y profesor en psicología Richard Wiseman demostró que
somos más felices con las experiencias que vivimos con amigos y los viajes que
hacemos que con cualquier objeto material que compramos. Nos da felicidad los
momentos que compartimos, las risas, y lo recordamos siempre como un placer,
mientras que el valor de lo que compramos se olvida rápidamente. Invierta tiempo
en experiencias, le será más gratificante que lo que gasta en
comprar ropa, zapatos o relojes.
No
deje para la jubilación todo lo que tiene pendiente: leer,
aprender a dibujar o bailes de salón. Las personas se preocupan tanto por el
futuro que dejan de vivir y ser felices en el presente. Ser responsable con las
obligaciones es genial, pero tener la agonía de que nunca puede estar tranquilo
es un sinvivir. La vida tiene tanto de incertidumbre que es imposible
mantenerlo todo bajo control. Disfrute de lo que la vida le ofrece con las personas que
quiere. Ahora, aquí y en este momento.
Bese,
toque, achuche, busque el calor. El afecto y el amor son grandes
fuentes de bienestar. A las personas les gusta sentirse queridas, y las
muestras de afecto son la prueba más sincera y directa de amor. Toque incluso a
la gente más lejana, mire con cariño a quien le atiende en una cafetería, verá
cómo recibe enseguida una respuesta recíproca. El afecto se siembra.
Esperar
cosas buenas de la vida. Significa tener esperanza. ¿Hasta
ahora ha tenido éxito en su vida cuando se ha dedicado a anticipar las
desgracias? No, rotundo. Pensar que va a tener suerte y creer que su momento le
espera a la vuelta de la esquina le permite implicarse con más esfuerzo y
dedicación en sus proyectos. Y lo hará porque espera obtener un resultado. Pero
si piensa que la vida no le depara nada bueno, bajará los brazos y no se
esforzará.
La esperanza es una fuente de motivación, le empuja para darlo todo.
Es la profecía autocumplida. Espere también cosas buenas de las personas,
“bieninterprete” las intenciones y comentarios que reciba.
Cambiar
el foco de atención. ¿En qué está pensando, en lo que
tiene o en lo que le falta? Las personas felices lo son no porque tengan más
que los demás, sino
porque centran la atención en lo importante.
Dé
otro valor a lo que siente. Las emociones son buenas todas,
incluso las que cree que le hacen daño. Se necesita el miedo, la ansiedad y la
tristeza. Son termómetros. El miedo y el estrés le advierten de que existen
amenazas, y su tristeza, de que algo va mal. Pero el termómetro solo es el pistoletazo
de salida, no un aviso para que nos recreemos en lo mal que nos encontramos.
Deje
el victimismo de lado, le hace débil y no le permite reaccionar. Sus
emociones son el aviso de que tiene que reaccionar. Si la amenaza es verdadera,
luche, corra, y si lo está pasando mal, actúe e introduzca un cambio en su
vida. Si espera que las circunstancias cambien para empezar a dar pasos, igual
se queda sentado toda la vida. Y no exagere lo que siente, no le da más valor del
que tiene. Si decide dedicarle toda su atención, sentirá las emociones más
intensas de lo que son. Deje la hipervigilancia para otros temas y busque algo
que le cambie el estado de ánimo: la música, una charla con amigos,
pasear, maquillarse y un largo etcétera.
Compararse.
Siempre hemos dicho que uno es como es y que no debe compararse con nadie. Pero
a veces las personas se vuelven el ombligo del mundo y pierden la perspectiva
de lo afortunadas que son en la vida. Solo se miden con su estado de bienestar
anterior o con quienes tienen más suerte o están mejor posicionadas. Rara vez
se comparan con quien sufre, con quien tiene dificultades o con quien no tiene
trabajo o menos recursos económicos. Sea empático, póngase en ese lugar, verá cómo su vida no es
tan miserable. Y si fuera capaz de echar una mano a personas más
desfavorecidas, comprobaría cómo recupera la ilusión por detalles de su propia
existencia a los que ahora no da ningún valor.
Convénzase
de que merece ser feliz. ¿Por qué tiene esa idea absurda de
que en esta vida estamos para sufrir? Estamos para disfrutar y para sacarle todo el jugo que se
pueda. Hay personas a quienes les da miedo ser felices. Tienen la
creencia completamente irracional que relaciona este sentimiento con sentirse
culpables y atraer las desgracias. Un pensamiento del tipo “estoy
tan feliz que algo malo tiene que llegar”. Estas ideas les
llevan a frenar su estado de bienestar, por miedo a tentar a la mala suerte y
que se pongan enfermos o se muera alguien o pierdan el trabajo. No hay una
relación directa entre disfrute y que vengan mal dadas. Lo cierto es que la
vida trae buenos y malos momentos, no siempre controlables por nosotros. Así
que es normal encontrarse con piedras y dificultades en el camino, pero no son
la consecuencia de que seamos felices, sino de que se tienen que vivir y nos
pasan a todos, vienen en el reparto de la vida. Hay que buscar y provocar nuestros estados
de paz y felicidad personales.
“Tanto si cree que puede como si no,
tiene razón” Henry Ford
La felicidad no se compra, sino que se
deleita en cada momento de nuestra vida. Deje de invertir en cosas y hágalo en tiempo, risas,
cenas, una buena copa de vino, disfrutar de la amistad, de un café, de una
llamada de teléfono relajada, de un paseo, de los detalles que se le escapan
buscando la felicidad en el mapa del tesoro. Claro que podría estar
mejor de lo que está, usted, su vecino y yo también. Pero pensar en ello le
limita. Disfrute
lo que tiene y no deje de esforzarse para seguir viviendo experiencias.
PARA
CONECTARNOS
Película
‘En
busca de la felicidad’, dirigida por Gabriele Muccino y
protagonizada por Will Smith
Música
‘Color
esperanza’,
de Diego Torres
Libro
‘El
guerrero pacífico’, de Dan Millaman (Books4Pocket)
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