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divendres, 31 de gener del 2014

La excusa de la intuición femenina. Mercè Pau. La Vanguardia.

Para algunos es un radar implacable de ellas para descifrar códigos ajenos, pero es hora de romper el mito: hombres y mujeres se parecen más de lo que difieren, aun así las diferencias fascinan. ¿Quién inventó la convención? Ellos.Trampa intelectual o capacidad de observación. Llámenla como quieran.
Los humanos tenemos corazonadas, intuiciones, aunque los expertos no se pongan de acuerdo sobre cómo nuestro cerebro crea los procesos deductivos. La intuición es como una idea nacida de la nada, en la que aparentemente no se dispone de suficiente información para razonarla: se define como un presentimiento que tiene alguien, sin ser consciente de las razones por las cuales sabe lo que sabe. Lo dejó dicho el filósofo y matemático Blaise Pascal en el siglo XVII: “El corazón tiene razones que la razón desconoce”. No lo pensamos, pero escuchamos la vocecita, lo sentimos. Todos, por razones fisiológicas, podemos intuir cuando alguien nos está mintiendo, cuál es el camino correcto para llegar a un lugar o incluso tener cierta sensación que nos hará adivinar que algo no va bien... pero tradicionalmente el imaginario colectivo ha atribuido esa capacidad en especial a la mitad de la población: las mujeres.
Una supuesta intuición femenina que siempre se ha intentado distinguir de la masculina pero que, sin embargo, se trata de una diferenciación dudosa. Hoy en día se puede afirmar que no tiene otro fundamento que el sexismo. “Los éxitos de los hombres, tradicionalmente en una sociedad machista como la nuestra, se supone que se deben a su valía, capacidad de trabajo y dedicación, mientras que el éxito de las mujeres, por desgracia, se atribuye algunas veces a ese sexto sentido”, explica Daniel Closa, doctor en Biología e investigador del CSIC. Así, el término viene de una actitud machista: los hombres se han servido de ella para quitar mérito al trabajo de las mujeres, tachándolo de algo hipotéticamente innato y, por tanto, fácil de aplicar.
Porque si se atiende a las diferencias basadas en estudios, las hay más bien pocas. Un equipo de psicólogos de la Universidad de Hertfordshire (Reino Unido) liderado por Richard Wiseman, a través de una investigación con 15.000 hombres y mujeres, llegó a una única conclusión: “La intuición femenina es simplemente un mito creado por las sociedades”. El experimento consistía en visionar fotografías de personas sonriendo y adivinar qué sonrisas eran fingidas y cuáles genuinas. Antes de empezar, el 80% de las mujeres del estudio declararon ser “muy intuitivas”, enfrente del 58% de los hombres. Sin embargo, los resultados indicaron que no había una diferencia sustancial de intuición entre sexos, el 72% de los hombres y el 71% de las mujeres acertaron. Se rompió un mito: las mujeres no son más intuitivas que los hombres, sólo creen que lo son. “Es muy delicado generalizar, existen distintos tipos de intuición y depende del experimento puede que un género sea más intuitivo que el otro o los dos por igual”, explica Daniel Closa. También depende del planteamiento del mismo, pero ambos sexos tienen la posibilidad de tener el mismo acceso al origen de la intuición, la experiencia.
En este sentido, el único factor que se podría considerar diferencial es la edad: “Los niños necesitan experiencia, adquirir conocimiento, así las diferencias significativas en la intuición son a nivel de conocimiento experto”, comenta Toni Gomila, doctor en Filosofía y catedrático de Psicología en la Universitat de les Illes Balears. Una mujer mayor y, por tanto, con más experiencia podría tener más intuición que un hombre y también al revés: la intuición masculina también existe aunque no se hable de ella.

Más conectividad
A lo largo de la historia numerosos estudios han encontrado diferencias entre los cerebros de hombres y mujeres, pero no se ha llegado a conclusiones claras. A finales de 2013 un grupo de neurocientíficos de la Universidad de Pensilvania (EE.UU.) descubrió que hombres y mujeres conectan el cerebro de manera diferente. En ellas predominan las conexiones entre los dos hemisferios cerebrales, mientras que en los hombres prevalecen las interiores de cada hemisferio. ¿Qué significa? El hemisferio izquierdo aloja nuestra parte más racional, mientras que el derecho, la más emocional e intuitiva. Así, los autores interpretan estos resultados en las mujeres como “una mayor coordinación entre el pensamiento analítico e intuitivo”, pero siguen lejos de ser categóricos en sus afirmaciones y prefieren no entrar en terreno pantanoso. Ellos se orientan mejor y ellas tienen más memoria, pero ni rastro de la intuición femenina. ¿Es mejor en las mujeres? ¿Es mayor? “El pensamiento intuitivo de las mujeres no es mejor que el de los hombres, simplemente ellas lo utilizan más, con más facilidad y frecuencia que ellos, debido a su estructura cerebral”, interpreta por su parte Albert Barqué, investigador y doctorando en Ciencia Cognitiva en la City University of London. Para Toni Gomila, las diferencias que explica este estudio acerca de la intuición son totalmente mínimas: “Las diferencias biológicas entre hombres y mujeres tienen que ver con el sistema hormonal y reproductor, las diferencias cognitivas son marginales. Por decirlo de otra manera, tienen mucha más incidencia las diferencias culturales entre hombres y mujeres que las de sexo”.

Llámelo intuición... o sensibilidad

Así, el estereotipo cultural que desde siempre ha acompañado a la intuición femenina es que es mejor que la masculina en juicios interpersonales, en las relaciones sociales. Hay la creencia que ellas descubren las mentiras de sus parejas con sólo mirarles a los ojos, que nada puede escapar del fulminante examen del sexto sentido femenino. En realidad, sería más correcto hablar de sensibilidad, cualidad que facilita que los juicios que hacen las mujeres sean muchas veces correctos. No hay más intuición femenina como tal, sino más sensibilidad para adivinar qué pasa. Así lo ha estudiado Robin Hogarth, doctorado por la Universidad de Chicago e investigador en el campo de la toma de decisiones, quien explica en el libro Educar la intuición: el desarrollo del sexto sentido (Paidós), que las mujeres comprenden mejor que los hombres las señales no verbales. Investigaciones sobre este tipo de comunicación han demostrado que ellas son mejores leyendo y entendiendo las emociones de los que tienen a su alrededor y también expresando sus propias emociones, por ese motivo el radar de las mentiras es más ágil en una mujer. Ellas son más hábiles también cuando se trata de detectar mentiras, de discernir si dos miembros de una pareja están realmente enamorados o bien fingen y adivinar, con una simple fotografía, qué miembro de la pareja es más controlador, según David G. Myers, profesor de Psicología del Hope College de Michigan (EE.UU.).
La intuición femenina se sitúa como una construcción social, que se ha confundido, sin saberlo, con los sentimientos y la sensibilidad. ¿Pero por qué ellas son más sensibles? Las razones son evolutivas: mientras los hombres fueron seleccionados por sus destrezas para la caza y la búsqueda de alimentos, ellas eran las madres, las defensoras del hogar, las que tenían que percibir cualquier cambio en las conductas de pequeños y adultos. “Como animales mamíferos que somos, estamos preparadas biológicamente para el cuidado de los hijos. El afecto y los sentimientos son muy importantes para el correcto cuidado de nuestros bebés, es más, si nos escucháramos más a nosotras mismas y dejáramos al margen el ruido de la sociedad, sin duda, seríamos mejores madres, apunta Carolina Pérez-Dueñas, doctora en Psicología por la Universidad de Granada. También son razones hormonales. Toni Gomila lo atribuye a las diferencias que no sólo se manifiestan en las características sexuales como la voz, el pelo, los pechos o la cadera, sino también en las actitudes. Así, una madre es más propensa a captar qué pasa y qué podría pasar, llámenlo intuición, llámenlo sensibilidad. O incluso podemos hablar de razones culturales. Robin Hogarth piensa que esa especial sensibilidad de la mujer se debe a la socialización, en concreto a una posición social inferior de la mujer. “En muchas sociedades, para triunfar, ellas necesitan observar cómo actúan los demás, mientras que los miembros de los grupos mayoritarios no sienten la misma necesidad de observar, se limitan a actuar, perdiendo la oportunidad de desarrollar sus destrezas observacionales”, comenta. Por eso ellas siempre han estado más atentas a su alrededor, percepciones que los hombres no tienen tan desarrolladas.

Un premio de consolación
“La intuición de una mujer es más precisa que la certeza de un hombre”, decía el escritor británico Rudyard Kipling. El mismo que a principios del siglo XX apoyaba las causas de la derecha británica y escribía en contra del sufragio femenino. En época de la Primera Guerra Mundial  ya atribuía la intuición a la mujer y la certeza al hombre. ¿Quería decir Kipling que cuando las mujeres tenían razón era por pura intuición? ¿Que si ellas gozaban de razón en algún asunto era por su capacidad intuitiva? ¿Que cuando ellas eran mejores lo eran porque sí, sin el trabajo que le requiere a un hombre llegar a la certeza? “Nunca hablamos de intuición masculina y es muy interesante reflexionar sobre esta diferencia de trato”, argumenta Daniel Closa. Para él, se trata de una trampa intelectual, un premio de consolación para las mujeres, a quienes se les impide conseguir reconocimiento por sus propios méritos. No sólo el investigador del CSIC hace referencia a la connotación negativa que puede tener el término, también los hacen las catedráticas de Filosofía de la Universidad de Vigo Cristina Caruncho y Purificación Mayobre. Según ellas, identidad femenina e intuición van de la mano a causa de la dicotomía en la que está basado todo el pensamiento occidental, entendido a través de binomios: “Mujer-hombre, privado-público, reproducción-producción, cuerpo-intelecto e intuición-razón”. Así, se han jerarquizado históricamente estos términos y el hombre se ha asociado a la esfera pública, a la producción, al intelecto y a la razón. La mujer, en cambio, ha sido relegada a los menos prestigiosos: ámbito privado y familiar, reproducción, cuerpo… e intuición.

Intuición masculina

Son ellas quienes, desde siempre y quizás por su condición de madres, han tenido que mostrar de una forma más abierta los sentimientos. “Frases como los hombres no lloran o los hombres no deben dejarse llevar por sensiblerías han hecho que no sea políticamente correcto en nuestra sociedad hablar de intuición masculina”, explica Carolina Pérez-Dueñas. “Esto no quiere decir que haya hombres con mucha intuición y tampoco mujeres con poca”, añade. Así, los hombres están igual de capacitados que las mujeres para tener intuiciones, mostrar sus emociones y notar las de los que los rodean, aunque inicialmente no se fijen. Un estudio con 50 parejas en una sala, demostró que las mujeres en los primeros diez minutos ya habían averiguado (o imaginado) la relación de cada pareja de la habitación. Las mujeres identificaron las parejas que se llevaban bien, las que habían discutido, cuáles eran las competitivas o las simpáticas. En el caso de los hombres, fue bien diferente: ellos buscaron las entradas y las salidas de emergencia de la sala. Sin que este estudio implique que los hombres no son sensibles, ellos tienen otra percepción del entorno. Simon Baron-Cohen, profesor de Psiquiatría y Psicología en la Universidad de Cambridge y autor de La gran diferencia: cómo son realmente los cerebros de hombres y mujeres (Amat), es partidario de no estereotipar a través del sexo: “Hay padres capaces de mostrar emociones y empatizar totalmente con las necesidades de sus hijos, incluso mejor que una madre”. Según Robin Hogarth, “los hombres pueden aprender a alcanzar los mismos niveles de capacidad de las mujeres, es una destreza conductual que se puede mejorar, al igual que otras”.
“Evidentemente, la presión evolutiva ha ido forjando diferencias entre hombres y mujeres a lo largo de la historia de la humanidad, pero tales diferencias no son tan significativas como la cultura popular cree”, apunta Albert Barqué. “Hay que extirpar de nuestra cultura mitos, falacias y falsas creencias”. Ellos y ellas se parecen más de lo que difieren, pero nos siguen fascinando esas diferencias. La intuición se da por igual en hombres y mujeres, pero ellas tienen mayor disposición a procesar información en teoría irrelevante para analizar y adivinar. Ellas prestan mayor atención al detalle. Leen la letra pequeña del entorno, de las sonrisas, gestos y miradas que construyen su vida. Y ellos quedan totalmente desconcertados. Señores, si todo es cuestión de detalles, habrá que fijarse más.

VEINTICUATRO HORAS EN LA VIDA DE UNA MUJER

“Esto significó para mí aquel desencanto, desencanto que no me confesé ni entonces ni más tarde. Más la intuición de una mujer lo adivina todo sin necesidad de palabras, casi inconscientemente. Porque... ya no me engaño: si aquel hombre me hubiera abrazado y pedido que le siguiera hasta el fin del mundo, no habría vacilado un segundo en deshonrar mi nombre y el de mis hijos; hubiera partido con él, despreciando la opinión de todas mis amistades e indiferente a todas las conveniencias sociales...”. Así habla la distinguida anciana inglesa Mrs. C, en Veinticuatro horas en la vida de una mujer (El Acantilado), obra del austriaco Stefan Zweig que narra la historia de una mujer capaz de abandonar a su familia por un joven que conoció años atrás en una sala de juegos de Montecarlo. Mrs. C, el personaje de ficción hubiera renunciado a todo por amor, guiándose por su intuición, por una corazonada. Y se le hubiera echado en cara su conducta. ¿Habría pasado lo mismo si Zweig hubiera creado un protagonista hombre? ¿El autor habría recurrido a la intuición o habría argumentado la dura decisión?


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