Para algunos es un radar
implacable de ellas para descifrar códigos ajenos, pero es hora de romper el
mito: hombres y mujeres se parecen más de lo que difieren, aun así las
diferencias fascinan. ¿Quién inventó la convención? Ellos.Trampa intelectual o
capacidad de observación. Llámenla como quieran.
Los humanos tenemos corazonadas, intuiciones,
aunque los expertos no se pongan de acuerdo sobre cómo nuestro cerebro crea los
procesos deductivos. La intuición es como una idea nacida de la nada, en la que
aparentemente no se dispone de suficiente información para razonarla: se define
como un presentimiento
que tiene alguien, sin ser consciente de las razones por las cuales sabe lo que
sabe. Lo dejó dicho el filósofo y matemático Blaise Pascal en el siglo XVII: “El
corazón tiene razones que la razón desconoce”. No lo pensamos,
pero escuchamos la vocecita, lo sentimos. Todos, por razones fisiológicas,
podemos intuir cuando alguien nos está mintiendo, cuál es el camino correcto
para llegar a un lugar o incluso tener cierta sensación que nos hará adivinar
que algo no va bien... pero tradicionalmente el imaginario colectivo ha
atribuido esa capacidad en especial a la mitad de la población: las mujeres.
Una supuesta intuición femenina que
siempre se ha intentado distinguir de la masculina pero que, sin embargo, se
trata de una diferenciación dudosa. Hoy en día se puede afirmar que no tiene
otro fundamento que el sexismo. “Los éxitos de los hombres, tradicionalmente en una
sociedad machista como la nuestra, se supone que se deben a su valía, capacidad
de trabajo y dedicación, mientras que el éxito de las mujeres, por desgracia,
se atribuye algunas veces a ese sexto sentido”, explica Daniel Closa, doctor en Biología e
investigador del CSIC. Así, el término viene de una actitud machista: los hombres se
han servido de ella para quitar mérito al trabajo de las mujeres,
tachándolo de algo hipotéticamente innato y, por tanto, fácil de aplicar.
Porque si se atiende a las diferencias
basadas en estudios, las hay más bien pocas. Un equipo de psicólogos de la
Universidad de Hertfordshire (Reino Unido) liderado por Richard Wiseman, a través de una investigación con 15.000 hombres y
mujeres, llegó a una única conclusión: “La intuición
femenina es simplemente un mito creado por las sociedades”. El
experimento consistía en visionar fotografías de personas sonriendo y adivinar
qué sonrisas eran fingidas y cuáles genuinas. Antes de empezar, el 80% de las
mujeres del estudio declararon ser “muy intuitivas”, enfrente del 58% de los
hombres. Sin embargo, los resultados indicaron que no había una diferencia
sustancial de intuición entre sexos, el 72% de los hombres y el 71% de las
mujeres acertaron. Se rompió un mito: las mujeres no son más intuitivas que los
hombres, sólo creen que lo son. “Es muy delicado generalizar, existen distintos tipos de
intuición y depende del experimento puede que un género sea más intuitivo que
el otro o los dos por igual”, explica Daniel Closa. También depende
del planteamiento del mismo, pero ambos sexos tienen la posibilidad de tener el
mismo acceso al origen de la intuición, la experiencia.
En este sentido, el único factor que
se podría considerar diferencial es la edad: “Los niños necesitan experiencia, adquirir
conocimiento, así las diferencias significativas en la intuición son a nivel de
conocimiento experto”, comenta Toni
Gomila, doctor en Filosofía y catedrático de Psicología en la Universitat
de les Illes Balears. Una mujer mayor y, por tanto, con más experiencia podría
tener más intuición que un hombre y también al revés: la intuición masculina también existe
aunque no se hable de ella.
Más
conectividad
A lo largo de la historia numerosos
estudios han encontrado diferencias entre los cerebros de hombres y mujeres,
pero no se ha llegado a conclusiones claras. A finales de 2013 un grupo de
neurocientíficos de la Universidad de Pensilvania (EE.UU.) descubrió que hombres y
mujeres conectan el cerebro de manera diferente. En ellas predominan
las conexiones entre los dos hemisferios cerebrales, mientras que en los
hombres prevalecen las interiores de cada hemisferio. ¿Qué significa? El
hemisferio izquierdo aloja nuestra parte más racional, mientras que el derecho,
la más emocional e intuitiva. Así, los autores interpretan estos resultados en
las mujeres como “una mayor coordinación entre el pensamiento analítico e
intuitivo”, pero siguen lejos de ser categóricos en sus afirmaciones
y prefieren no entrar en terreno pantanoso. Ellos se orientan mejor y ellas
tienen más memoria, pero ni rastro de la intuición femenina. ¿Es mejor en las
mujeres? ¿Es mayor? “El pensamiento intuitivo de las mujeres no es mejor que
el de los hombres, simplemente ellas lo
utilizan más, con más facilidad y frecuencia que ellos, debido a su
estructura cerebral”, interpreta por su parte Albert Barqué, investigador y doctorando en Ciencia Cognitiva en la
City University of London. Para Toni Gomila, las diferencias que explica este
estudio acerca de la intuición son totalmente mínimas: “Las diferencias biológicas entre hombres y
mujeres tienen que ver con el sistema hormonal y reproductor, las diferencias
cognitivas son marginales. Por decirlo de otra manera, tienen mucha más
incidencia las diferencias culturales entre hombres y mujeres que las de sexo”.
Llámelo
intuición... o sensibilidad
Así, el estereotipo cultural que desde
siempre ha acompañado a la intuición femenina es que es mejor que la masculina en juicios
interpersonales, en las relaciones sociales. Hay la creencia que
ellas descubren las mentiras de sus parejas con sólo mirarles a los ojos, que
nada puede escapar del fulminante examen del sexto sentido femenino. En realidad,
sería más
correcto hablar de sensibilidad, cualidad que facilita que los
juicios que hacen las mujeres sean muchas veces correctos. No hay más intuición
femenina como tal, sino más sensibilidad para adivinar qué pasa. Así lo ha
estudiado Robin Hogarth, doctorado
por la Universidad de Chicago e investigador en el campo de la toma de
decisiones, quien explica en el libro Educar
la intuición: el desarrollo del sexto sentido (Paidós), que las mujeres
comprenden mejor que los hombres las señales no verbales.
Investigaciones sobre este tipo de comunicación han demostrado que ellas son
mejores leyendo y entendiendo las emociones de los que tienen a su alrededor y
también expresando sus propias emociones, por ese motivo el radar de las
mentiras es más ágil en una mujer. Ellas son más hábiles también cuando se
trata de detectar mentiras, de discernir si dos miembros de una pareja están
realmente enamorados o bien fingen y adivinar, con una simple fotografía, qué
miembro de la pareja es más controlador, según David G. Myers, profesor de Psicología del Hope College de Michigan
(EE.UU.).
La intuición femenina se sitúa como
una construcción social, que se ha confundido, sin saberlo, con los
sentimientos y la sensibilidad. ¿Pero
por qué ellas son más sensibles? Las razones son evolutivas: mientras los
hombres fueron seleccionados por sus destrezas para la caza y la búsqueda de
alimentos, ellas eran las madres, las defensoras del hogar, las que tenían que
percibir cualquier cambio en las conductas de pequeños y adultos. “Como animales
mamíferos que somos, estamos preparadas biológicamente para el cuidado de los
hijos. El afecto y los sentimientos son muy importantes para el correcto
cuidado de nuestros bebés, es más, si
nos escucháramos más a nosotras mismas y dejáramos al margen el ruido de la
sociedad, sin duda, seríamos mejores madres”, apunta Carolina Pérez-Dueñas, doctora en
Psicología por la Universidad de Granada. También son razones hormonales. Toni
Gomila lo atribuye a las diferencias que no sólo se manifiestan en las
características sexuales como la voz, el pelo, los pechos o la cadera, sino
también en las actitudes. Así, una madre es más propensa a captar qué pasa y
qué podría pasar, llámenlo intuición, llámenlo sensibilidad. O incluso podemos
hablar de razones culturales. Robin
Hogarth piensa que esa especial sensibilidad de la mujer se debe a la
socialización, en concreto a una posición social inferior de la mujer. “En muchas
sociedades, para triunfar, ellas necesitan observar cómo actúan los demás,
mientras que los miembros de los grupos mayoritarios no sienten la misma
necesidad de observar, se limitan a actuar, perdiendo la oportunidad de
desarrollar sus destrezas observacionales”, comenta. Por eso ellas
siempre han estado más atentas a su alrededor, percepciones que los hombres no
tienen tan desarrolladas.
Un
premio de consolación
“La intuición de una
mujer es más precisa que la certeza de un hombre”, decía el
escritor británico Rudyard Kipling.
El mismo que a principios del siglo XX apoyaba las causas de la derecha
británica y escribía en contra del sufragio femenino. En época de la Primera
Guerra Mundial ya atribuía la intuición
a la mujer y la certeza al hombre. ¿Quería decir Kipling que cuando las mujeres
tenían razón era por pura intuición? ¿Que si ellas gozaban de razón en algún
asunto era por su capacidad intuitiva? ¿Que cuando ellas eran mejores lo eran
porque sí, sin el trabajo que le requiere a un hombre llegar a la certeza? “Nunca hablamos de intuición masculina y es muy
interesante reflexionar sobre esta diferencia de trato”,
argumenta Daniel Closa. Para él, se
trata de una trampa intelectual, un premio de consolación para las mujeres, a
quienes se les impide conseguir reconocimiento por sus propios méritos. No sólo
el investigador del CSIC hace referencia a la connotación negativa que puede
tener el término, también los hacen las catedráticas de Filosofía de la
Universidad de Vigo Cristina Caruncho
y Purificación Mayobre. Según ellas,
identidad femenina e intuición van de la mano a causa de la dicotomía en la que
está basado todo el pensamiento occidental, entendido a través de binomios: “Mujer-hombre, privado-público, reproducción-producción,
cuerpo-intelecto e intuición-razón”. Así, se han jerarquizado
históricamente estos términos y el hombre se ha asociado a la esfera pública, a
la producción, al intelecto y a la razón. La mujer, en cambio, ha sido relegada
a los menos prestigiosos: ámbito privado y familiar, reproducción, cuerpo… e
intuición.
Intuición
masculina
Son ellas quienes, desde siempre y
quizás por su condición de madres, han tenido que mostrar de una forma más
abierta los sentimientos. “Frases como los hombres no lloran o los hombres no deben
dejarse llevar por sensiblerías han hecho que no sea políticamente correcto en
nuestra sociedad hablar de intuición masculina”, explica Carolina
Pérez-Dueñas. “Esto no quiere decir que haya hombres con
mucha intuición y tampoco mujeres con poca”, añade. Así, los
hombres están igual de capacitados que las mujeres para tener intuiciones,
mostrar sus emociones y notar las de los que los rodean, aunque inicialmente no
se fijen. Un estudio con 50 parejas en una sala, demostró que las mujeres en
los primeros diez minutos ya habían averiguado (o imaginado) la relación de
cada pareja de la habitación. Las mujeres identificaron las parejas que se
llevaban bien, las que habían discutido, cuáles eran las competitivas o las
simpáticas. En el caso de los hombres, fue bien diferente: ellos buscaron las
entradas y las salidas de emergencia de la sala. Sin que este estudio implique
que los hombres no son sensibles, ellos tienen otra percepción del entorno. Simon Baron-Cohen, profesor de
Psiquiatría y Psicología en la Universidad de Cambridge y autor de La gran diferencia: cómo son realmente los
cerebros de hombres y mujeres (Amat), es partidario de no estereotipar a
través del sexo: “Hay
padres capaces de mostrar emociones y empatizar totalmente con las necesidades
de sus hijos, incluso mejor que una madre”. Según Robin Hogarth, “los hombres
pueden aprender a alcanzar los mismos niveles de capacidad de las mujeres, es
una destreza conductual que se puede mejorar, al igual que otras”.
“Evidentemente, la presión evolutiva ha ido forjando diferencias
entre hombres y mujeres a lo largo de la historia de la humanidad, pero tales
diferencias no son tan significativas como la cultura popular cree”,
apunta Albert Barqué. “Hay que
extirpar de nuestra cultura mitos, falacias y falsas creencias”.
Ellos y ellas se parecen más de lo que difieren, pero nos siguen fascinando
esas diferencias. La intuición se da por igual en hombres y mujeres, pero
ellas tienen mayor disposición a procesar información en teoría irrelevante
para analizar y adivinar. Ellas prestan mayor atención al detalle.
Leen la letra pequeña del entorno, de las sonrisas, gestos y miradas que
construyen su vida. Y ellos quedan totalmente desconcertados. Señores, si todo es cuestión de detalles,
habrá que fijarse más.
VEINTICUATRO
HORAS EN LA VIDA DE UNA MUJER
“Esto significó para mí aquel desencanto, desencanto que no me
confesé ni entonces ni más tarde. Más la intuición de una mujer lo adivina todo
sin necesidad de palabras, casi inconscientemente. Porque... ya no me engaño:
si aquel hombre me hubiera abrazado y pedido que le siguiera hasta el fin del
mundo, no habría vacilado un segundo en deshonrar mi nombre y el de mis hijos;
hubiera partido con él, despreciando la opinión de todas mis amistades e
indiferente a todas las conveniencias sociales...”. Así habla la
distinguida anciana inglesa Mrs. C, en Veinticuatro
horas en la vida de una mujer (El Acantilado), obra del austriaco Stefan Zweig que narra la historia de
una mujer capaz de abandonar a su familia por un joven que conoció años atrás
en una sala de juegos de Montecarlo. Mrs. C, el personaje de ficción hubiera
renunciado a todo por amor, guiándose por su intuición, por una corazonada. Y
se le hubiera echado en cara su conducta. ¿Habría
pasado lo mismo si Zweig hubiera creado un protagonista hombre? ¿El autor
habría recurrido a la intuición o habría argumentado la dura decisión?
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